El nuevo body horror de Demi Moore y Margaret Qualley es un comentario carnoso sobre las presiones sociales y la experiencia más singular que jamás hayas tenido en un teatro.

El nuevo body horror de Demi Moore y Margaret Qualley es un comentario carnoso sobre las presiones sociales y la experiencia más singular que jamás hayas tenido en un teatro.

Como alguien que ha pasado incontables horas analizando películas y sus mensajes subyacentes, The Substance me ha dejado a la vez perturbado e iluminado, una rara combinación que sólo un puñado de películas logran lograr. Después de haber luchado contra la dismorfia corporal durante años, esta película me impactó de una manera que nunca creí posible.


Como jugador, cuando estoy inmerso en una película de terror corporal como The Fly de David Cronenberg o Society de Brian Yuzna, mis propias preocupaciones corporales tienden a pasar a un segundo plano. Sólo pensar en la carne contorsionándose, alargándose o remodelándose como se ve en la pantalla es suficiente para enviar un escalofrío por mi columna. Encuentro consuelo en el papel imparcial de un observador, que me permite sentir repulsión y entretenerme desde una perspectiva segura de un tercero.

La búsqueda de la perfección

El nuevo body horror de Demi Moore y Margaret Qualley es un comentario carnoso sobre las presiones sociales y la experiencia más singular que jamás hayas tenido en un teatro.

En un nuevo giro, la película «The Substance» presenta a Demi Moore como Elisabeth Sparkle, una celebridad alguna vez famosa cuya belleza fue la pieza central de un programa de baile y fitness sexualmente cargado durante muchos años. Al ser despedida del programa en su 50 cumpleaños, Elisabeth descubre una sustancia ilícita que se replica en células y que genera un duplicado más joven y atractivo llamado Sue (interpretada por Margaret Qualley). Sin embargo, sin desvelar demasiado, la cosa no acaba bien. Los intrigantes avances y la publicidad de este misterioso producto invitan a los espectadores a llamar al número, preguntar sobre la Sustancia y probarla: promete transformar su vida.

Yo diría que muchos avances de películas de terror a menudo revelan escenas cruciales o incluso el final (como Speak No Evil, por ejemplo). Sin embargo, los tentadores avances de estilo independiente de The Substance están lejos de dar una pista de lo que nos espera. Además, no proporcionaron ninguna indicación del intenso viaje emocional que estaba a punto de experimentar como un personaje con una dismorfia corporal diagnosticada desde hace mucho tiempo, que es un aspecto importante de la narrativa de la película.

La narración se desarrolla como una historia un tanto familiar sobre una anciana de Hollywood que anhela su juventud, y describe casos en los que la duda lleva a quedarse en casa o escudriñarse en el espejo. En esta historia, Dennis Quaid interpreta a un ejecutivo de estudio cautivado por la idea de contratar a un sustituto joven y atractivo para Elisabeth, que encarne la perspectiva masculina; su disgusto por la apariencia envejecida de Elisabeth es evidente. Sin embargo, esta trama cinematográfica aparentemente convencional da un giro inesperado cuando Elisabeth consume la misteriosa sustancia, lo que lleva a una transformación que se convierte en una de las experiencias cinematográficas más intensas e inolvidables que jamás haya presenciado.

Horror corporal pero hazlo meta.

El nuevo body horror de Demi Moore y Margaret Qualley es un comentario carnoso sobre las presiones sociales y la experiencia más singular que jamás hayas tenido en un teatro.

La elección deliberada del casting no se me escapa: Demi Moore, de 61 años, es una actriz experimentada con una carrera que abarca cuatro décadas y que alguna vez fue la actriz con mayores ingresos a nivel mundial. En contraste, Margaret Qualley, de 29 años, es un talento en ciernes que está ganando terreno como actriz principal en Hollywood. Moore compartió con The Guardian que la película le parecía empoderadora, identificándose no sólo con las aparentes similitudes de Elisabeth Sparkle sino también con «la autoviolencia que podemos infligir». Esta dinámica contribuye significativamente al éxito de la película: elegir a un actor menos reconocido o recientemente prominente como un veterano de Hollywood en apuros no tendría el mismo impacto. No proporcionaría el mismo ángulo terapéutico. Cuando Elisabeth examina críticamente su cuerpo en el espejo, pellizcando su estómago, uno no puede evitar preguntarse si Moore experimenta sentimientos similares en la realidad, y este aspecto casi autorreferencial de la película añade otra capa al excepcional viaje cinematográfico que he vivido. encontrado.

El nuevo body horror de Demi Moore y Margaret Qualley es un comentario carnoso sobre las presiones sociales y la experiencia más singular que jamás hayas tenido en un teatro.

Por dos razones principales, me vi obligado a desviar la mirada de la pantalla varias veces durante esta película, a pesar de ser un ávido fanático de las películas violentas. En primer lugar, la violencia gráfica era tan intensa que resultaba nauseabunda. En ciertos momentos, incluso me tapé los ojos y miré a través de las grietas de mis dedos. En segundo lugar, en un momento particular de esta brutal descripción, me llamó la atención que Fargeat estaba haciendo un comentario profundo sobre lo absurdo de la dismorfia corporal. Cuando se eliminan factores como el maquillaje, la cirugía estética y las expectativas sociales que nos presionan a gastar excesivamente en estas cosas, básicamente somos sólo bolsas de carne. Somos hermosos, deslumbrantes y magníficos, pero en esencia, nuestros cuerpos son simplemente contenedores temporales para nuestras almas. Fargeat nos invita a contemplar el cuerpo como un concepto, una idea más que un objeto tangible, y si bien puede haber desencadenado una ligera crisis existencial, lo encontré sorprendentemente curativo. Recomiendo encarecidamente ver esta película en los cines, pero probablemente dejaría de lado las palomitas de maíz.

2024-09-20 12:09